¿QUÉ ES LA ECONOMÍA SUMERGIDA?
La economía sumergida es el volumen de dinero negro que circula en un país, es decir, el conjunto de transacciones
monetarias no declaradas de
forma correspondiente a las autoridades fiscales o monetarias competentes.
La economía legal de un país se mide por el PIB, que es lo que produce un país en un año. La economía sumergida no entra dentro de ese
cálculo, ya que es una economía ilegal que no ha sido declarada y por lo
tanto, no está contabilizada de forma oficial por el Gobierno.
Este tipo de economía es especialmente
peligrosa para los países ya que impide a los estados recaudar
de forma justa y proporcional con
respecto a su PIB real.
CONSECUENCIAS DE LA ECONOMÍA SUMERGIDA
Vamos a explicar las consecuencias negativas que puede tener este fenómeno sobre la economía de un país.
Desafortunadamente,
muchas personas se ven forzadas a trabajar
en negro, es decir, sin declarar las cantidades percibidas a Hacienda. La
necesidad aprieta y cobrar en negro se convierte en la única alternativa. En
este sentido, la precariedad laboral
es el caldo de cultivo ideal para este tipo de situaciones. Con trabajadores
desprotegidos, con unos derechos laborales débiles, son muchos quienes se
aprovechan de esa posición de debilidad.
Precisamente
en España, la crisis económica de 2008
propició un considerable incremento de
la economía sumergida. Y es que son muchas las familias que precisan el
dinero de esos trabajos en negro para
poder subsistir.
El
crecimiento de la economía sumergida supone un deterioro de los derechos de los trabajadores, lo que conlleva un
incremento de personas que tienen un trabajo pero que dados sus niveles de
renta, se considera que son pobres.
En caso
de producirse un accidente en el trabajo, el trabajador no puede percibir indemnización alguna, puesto que el empresario o
empleador no ha cotizado por él a la
Seguridad Social.
El
hecho de no estar dado de alta en la Seguridad Social supone un inconveniente para el
trabajador, pues no podrá acreditar su
experiencia laboral en su currículum. Al no haber cotizado, en su vida
laboral no figurará el trabajo desempeñado.
La
existencia de economía sumergida no solo afecta a los derechos del trabajador.
Las previsiones económicas y los cálculos
de los datos macroeconómicos pueden no ser fieles al no tener en cuenta una
actividad económica que escapa a la regulación fiscal y laboral del estado. En
consecuencia, las políticas económicas que aplique
el gobierno, guiándose por
una información imprecisa no serán eficaces.
Además,
serán muchos quienes, desalentados por esta situación, decidan eludir el pago de impuestos y se
incorporarán a la economía sumergida. La recaudación del estado caerá y habrá menos
recursos financieros disponibles para el sostenimiento de los gastos del
estado. Esto perjudica gravemente a
los servicios públicos, a las pensiones
y a las infraestructuras estatales.
MEDICIÓN DEL IMPACTO DE ESTA ECONOMÍA
Respecto a los métodos para ver el
impacto de la economía sumergida de un país nos encontramos con varias maneras:
- Esto puede realizarse a través de inspecciones por parte de Hacienda y la Seguridad Social.
- También puede calcularse el PIB máximo que podría haberse alcanzado en función de la cantidad de dinero.
- Y como el dinero en efectivo es la clave de la economía sumergida, otra forma de calcular su volumen, es observando los movimientos de efectivo en las empresas.

En esta imagen podemos
observar los países con mayor economía sumergida en el año 2017. España se sitúa en tercer lugar con un 12,2% de economía sumergida.
SOLUCIONES
En
cuanto a las posibles soluciones, nos encontramos con diversas propuestas:
- La primera de ellas consiste en inspecciones de Hacienda y la Seguridad Social a las empresas, así como fuertes sanciones para quienes eludan impuestos y no coticen a la Seguridad Social.
- Por otra parte, se propone una menor carga de impuestos y de obligaciones de cotización para aliviar la presión a las empresas, reduciendo así la posibilidad de que muchas empresas opten por la economía sumergida.
- Y por último también se propone limitar el pago en efectivo.

TRABAJAR EN NEGRO
“Te daban la oportunidad de aprender un oficio pero a cambio de
muchas horas, un sueldo muy bajito y y sin contrato".
"Es lo único que encuentras, y tienes pagos,
facturas, una hija… Lo acabas viendo como normal y no lo
es".
"Estoy trabajando a domicilio y sin
declarar, no
me queda más remedio".
"En el campo te pueden dar de alta hasta las
12 de ese día, los
piratas juegan con la norma".
"Las empresas no quieren hacer papeles, sólo
alguien que le haga el trabajo rápido".
"Me va a quedar una pensión de miseria y eso que llevo trabajando
50 años".
Dolores, Félix, Lola, Mónica, Rafael y Juan Antonio. Sus circunstancias son diferentes, sus
procedencias distintas y los empleos en los que se ganan la vida parecen tener
poco que ver. La primera trabajó en el sector de la joyería, el segundo conduce
un camión, Lola atiende niños con dificultades en el habla; Mónica pasó muchas
jornadas en el campo, y Juan Antonio, con los zapatos.
Todos han trabajado o siguen
trabajando en negro. Una realidad que, además de afectar seriamente a
las arcas del Estado, fomenta la competencia desleal y dificulta el día a día de estas personas. Y emborrona sus planes de futuro. Trabaja, cobra,
ahorra, procura no enfermar, 'si no lo quieres, otro lo hará por ti'.
'¿Jubilación? Quién sabe si habrá pensiones el día de mañana'.
Entre comer y no comer, tengo que comer,
es un vicio que tenemos todos los españoles", reconoce
Mónica sobre un sector, el
del campo, de los más 'sumergidos' de España. Ella trabajó
durante más de 20 años en la recogida de patatas, de naranjas, aceitunas o en
lo que se terciara. Conoce bien las costumbres. "Hay tantísima mano de
obra que los empresarios tienen la facultad de
poder jugar con nosotros, de poder decir 'tú me lo haces por 20,
éste me lo hace por mucho menos'. Si pides que te den de alta, es que no vienes
a trabajar más".
Dolores se dedicó durante 14
años a la joyería en Córdoba y sólo tuvo
contrato dos años. Podía aprender el oficio, ganar dinero y aspirar a una
nómina formal en cuanto la situación mejorara. "Me decían, 'denúncialo',
pero es que en el taller había 60 personas y sólo 10 estaban contratadas. Había mucho padre de familia y, si hablaba
"Yo he conseguido hace poco que me metan las
horas en nómina —dice Francisco, trabajador fijo de la
industria del calzado en Elche— y no debería ir a trabajar los
fines de semana. Pero es que veo al resto de compañeros y no puedo dejarles
así". Algunos de su gremio cobran salarios de apenas 600 euros. A otros
les ofrecen poner el precio de la cotización porque lo van a pagar ellos.
¿Quieres cobrar
más cuando vayas al paro? Tu sueldo será la diferencia
Lola es logopeda y tiene un postgrado en dificultades de
aprendizaje. Trabaja con niños cuyas deficiencias requerirían terapias
controladas por un equipo de profesionales. Dice que los fondos públicos para
tratamientos así son escasos y muchas veces ni llegan. Ella va de casa en casa
y, con precios por sesión de
apenas 10 euros, ni se plantea darse de alta como autónoma.
Sobrevive como puede, pero sabe que no podrá acceder a subsidios.
Tiene 55 años. "Intento vivir el presente, pero si no me contratan jamás
conseguiré tener cotizados los años suficientes", explica sobre una losa
que sabe que le amenaza.
Manuel, con dos carreras universitarias (una de
ellas, Fisioterapia, con una nota de acceso solo apta para estudiantes
brillantes) y masajes en clínicas y domicilios. Es joven y pudo acceder durante
un tiempo a pagar una cuota de autónomos de 50 euros para poder salir del
negro, a pesar de que trabajaba siempre para el mismo jefe. Manuel cuenta con
un final de mes digamos poco ambicioso y sin vacaciones pagadas. Día libre, día
sin ingresos. "Al principio piensas que será durante un
tiempo, te pruebas, pero luego te das cuenta de que seguirá siendo así", concluye.


OPINIÓN PERSONAL
Los porcentajes sitúan a España como ya hemos visto antes,
en lo más alto de la economía sumergida
a nivel mundial. Los distintos
estudios sobre el volumen de esta economía señalan que podría moverse entre el 20 por ciento o el 25 por ciento del
Producto Interior Bruto. Esto viene a decir que es como si la
actividad de una comunidad autónoma de España con cierto peso permaneciese
oculta. Si esa economía se blanqueara, la recaudación fiscal
que generaría pondría fin a los recortes y se podría
acabar con el famoso déficit público.
Cuando se habla de
economía sumergida se piensa primero en esto, en el problema fiscal, pero para
mí son más importantes las condiciones sociales, laborales y de vida que marca esta forma de trabajar, condiciones laborales
inaguantables, talleres sin baños ni agua corriente y con temperaturas de
más de 40 grados. Techos de metal o de uralita que cubren jornadas sin horarios
ni festivos, y sobres que a veces están vacíos. O con mucho menos dinero del
acordado.